CON MIEDO PERO VALIENTES


¿Cuántas veces hemos dejado de hacer algo, o no intentar nuevas cosas, por miedo?


No creo que sea algo de qué avergonzarse, el miedo lo utiliza nuestro cerebro para apartarnos del peligro, pero a veces nuestro cerebro también coloca temor en lo desconocido, incierto o en situaciones sin precedentes en nuestras vidas. Así que sentir miedo algunas veces es normal, pero dejar de hacer algo que deseamos, por miedo, esa si es una situación, porque nosotros mismos nos cerramos a nuevas aventuras y oportunidades.  



Todos tenemos nuestros propios temores, algunos le temen al fracaso, otros a quedarse solos, al rechazo, etc. Conforme vamos creciendo nuestros miedos van cambiando o evolucionando; Cuando era pequeña me daba miedo la oscuridad, tenía que dormir con la luz encendida, y si mis padres apagaban la luz antes de que me quedara dormida, corría a encenderla. Entre más pequeños éramos, la brecha que veíamos de MIEDO a VALENTÍA era grande, porque nos tomábamos nuestro tiempo para afrontar nuestros miedos, si a los 4 años desarrollaste temor por los payasos, quizás a las 7 lo superaste. De pequeños nos gustaba tomarnos las cosas con calma, pero ahora que hemos crecido hemos tenido que reducir la distancia de esa brecha entre MIEDO y VALENTÍA, porque no tenemos tanto tiempo para afrontar los miedos.

Por ejemplo:
¿Alguna vez han tenido miedo de hacer algo, sabiendo que de igual forma tienen que hacerlo? Quizás tenías miedo en la Universidad de hacer un examen el cual sabías que iba a estar muy complicado y no te sentías listo, pero de igual forma, estabas ahí sentado/a en el escritorio  con tu lapicero en mano, o quizás tenías que entrar a una reunión en donde sabías que lo que tenías para decir no iba a ser de agrado para ningún superior, pero estabas ahí parado/a detrás de la puerta listo/a para entrar y exponer los resultados a los gerentes, o aquella vez que te tocó conducir un auto por primera vez tú solo, te sudaban las manos y estabas nervioso/a, pero igual ahí estabas sujetando fuerte el volante, o el día que decidiste renunciar de tu trabajo para buscar una mejor oportunidad, la incertidumbre te comía por dentro y el miedo a haber tomado la decisión incorrecta te hacía dudar, pero de igual forma presentaste tu carta de renuncia.


Todos hemos pasado por situaciones en las que hemos tenido que actuar, aún sintiendo miedo, y nos hemos demostrado que sí podemos.



Dios me enseñó que ser valiente no significa perder el miedo, sino a hacer las cosas, aunque por dentro esté temblando. Esta es una anécdota personal:
Recuerdo un día en el trabajo en el que todo me estaba saliendo mal, ¡era terrible!,  solo quería que el día acabara, sentía todas las miradas sobre mí y quería llorar. Esperé hasta mi hora de almuerzo para desahogarme y estaba paralizada, no quería volver al trabajo, porque tenía miedo de seguir haciendo mal las cosas, de igual forma tenía que regresar, no era una opción, así que volví a mi puesto y con las manos sudando  y los tobillos temblando inicié otra vez, y poco a poco recuperé la confianza y seguridad; me di cuenta que mi mente era la que estaba jugando conmigo, mi mente se imaginaba a todos observando y murmurando sobre mi, mi cabeza creó el peor de los casos y tenía más miedo de lo que mi imaginación había creado, de lo que en realidad estaba pasando.  Muchas veces nos anticipamos al miedo y nosotros mismos lo alimentamos con nuestra gran imaginación, y le tememos a cosas que aún no han pasado y eso nos paraliza a actuar.




Entendí que era valiente, y que la valentía no significaba afrontar las batallas sola y sin miedo, porque realmente valentía es tomar la decisión de hacerlo, aún con miedo,  sabiendo que no estás solo/a. No tenemos que esperar a ser valientes para actuar; Debemos dejar de alimentar nuestros temores, porque al final, nuestros miedos podrían ser los que se alimenten de nosotros.  Cada vez que te sientas con miedo a actuar, a hablar, o a tomar una decisión, recuerda que ya eres valiente por haberte parado y asumir el reto, pero si sigues sentado en la banca, esperando a que el viento, el clima, y la gente sean las idóneas para poder batear, es probable que te quedes en la banca más de media vida, viendo como unos batean y llegan lejo y como otros quizás fallan, pero al menos supieron lo que se sentía salir de la banca, y están listos para volverlo a intentar.

¿Listos para batear?



Mariaceleste Avila GS

Entradas populares